¿Qué es la Anemia?
Es la disminución de la cantidad de glóbulos rojos en la sangre o cuando la hemoglobina, -que es una proteína de color rojo que transporta oxígeno-, se encuentra por debajo de los valores normales para la edad y género del niño.
¿Cuáles son los síntomas?
Aunque los síntomas suelen pasar inadvertidos, las mamás pueden observar señales de que algo está sucediendo con sus hijos: fatiga y sueño excesivos, palidez y hasta actitudes inusuales como comer elementos extraños: tierra, papel, hielo.
Si la anemia es más severa hay también pérdida del apetito, irritabilidad y aumento de la frecuencia cardíaca. A largo plazo lleva a la falta de concentración y bajo rendimiento en la actividad escolar.
¿Cuáles son sus causas?
Hay varios tipos de anemias, pero la más frecuente en todo el mundo y especialmente en los niños es la llamada anemia ferropénica o anemia por falta de hierro, generalmente causado por dietas que contienen pocas proteínas animales y vegetales (carnes rojas y blancas, verduras de hoja verde y leguminosas).
También existe un estado latente de deficiencia de hierro, que no llega a ser una anemia manifiesta pero que provoca daños si no se detecta a tiempo. Hay períodos en la vida que vuelven a las personas más vulnerables para tener anemia: el primer año de vida, la adolescencia y el embarazo.
¿Cuáles son sus efectos?
Tanto la anemia ya detectada así como la deficiencia de hierro que aún no se diagnosticó, son problemas graves que pueden perjudicar el desarrollo y la vida de su hijo. El daño que produce la anemia es irreversible y persiste aún después de haberla corregido.
Puede afectar la actividad cerebral y la capacidad cognitiva, incluyendo el desarrollo del lenguaje; también daña el desarrollo motor y la coordinación.
Se ha comprobado que niños anémicos han bajado hasta 5 puntos su nivel de coeficiente intelectual. De ahí la importancia de su prevención y detección temprana.
¿Cómo detectarla?
Se detecta a través un análisis de sangre que debe indicar el pediatra. Habitualmente se realiza un hemograma (mide la cantidad de glóbulos rojos, el nivel de hemoglobina y el hematocrito) cuando ya la anemia está instalada, o la medición de los depósitos de hierro (ferritina) en los períodos de gran crecimiento que nombramos antes, donde el hemograma es normal.
¿Cuál es su tratamiento?
Consiste en la administración de hierro: en gotas, jarabe, comprimidos, según la edad del paciente. El pediatra determinará la dosis adecuada y la duración del tratamiento de cada paciente, que generalmente no es menor a 3 meses.
La terapia con suplementos de hierro sin asesoramiento del pediatra no es recomendable. Estos medicamentos no deben ser ingeridos sin prescripción y seguimiento médicos.
¿Cómo prevenirla?
La mejor prevención es una correcta alimentación que comienza con fomentar la lactancia materna, el suplemento de hierro en forma de gotas todos los días, acompañando el suplemento de vitaminas como A, D y C, que rcomiendan los pediatras.
Aconsejamos el consumo de alimentos ricos en hierro, fundamentalmente las carnes rojas y las vísceras, o vegetales como la espinaca, el brócoli y las lentejas, además de cítricos que favorecen su absorción, y el uso actual de leches fortificadas con hierro que si bien no son de calidad óptima refuerzan el aporte de este valioso elemento.