Cuidados en bebés para evitar deformidades de la cabeza
La deformidad craneal más frecuente técnicamente se denomina ‘plagiocefalia posicional’ y suele aparecer dentro de los primeros cuatro meses de vida. Clínicamente se presenta como un aplanamiento uni o bilateral de la parte posterior e inferior de la cabeza (la nuca). Se puede prevenir y, tratándola a tiempo, puede ser transitoria.
¿Por qué se producen estas deformaciones?
Puede ser resultado de restricciones en el interior del útero (intrauterinas) o deformaciones luego del nacimiento (extrauterinas) por las fuerzas mecánicas persistentes sobre estos huesos que, en los recién nacidos, son moldeables. En caso de ser unilateral, puede acompañarse de un adelantamiento del pabellón auricular (la parte visible del oído), abombamiento de la frente o la mejilla.
¿Siempre son adquiridas?
No. Deben distinguirse las deformidades adquiridas del cráneo de aquellas de origen congénito, que pueden coexistir con algún otro síndrome o patología genéticos. Este diagnóstico diferencial tendrá lugar en la consulta con el pediatra y/o médico especialista.
¿Pueden deberse a que los niños duermen boca arriba?
La presentación de deformidades adquiridas del cráneo en los recién nacidos y lactantes aumentó los últimos años, luego de la década del noventa, como efecto secundario de la aplicación de las recomendaciones de la Academia Americana de Pediatría en su campaña “Back to sleep” (juego de palabras en lengua inglesa que podría traducirse como “dormir de espaldas” o “boca arriba”) para disminuir el riesgo de muerte súbita del lactante.
Esta recomendación está aún vigente y logró una reducción en la mortalidad por muerte súbita de hasta un 40 por ciento, por lo que NO debe abandonarse su práctica.
Si bien este tipo de deformidad posicional tiene un origen adquirido, el mantenimiento de esta postura de espaldas durante tiempos prolongados puede perpetuar la deformidad, por lo cual su prevención y detección temprana son importantes.
¿Por qué es tan sensible la cabeza del bebé en los primeros meses de vida?
Al nacer, los huesos del cráneo no están fusionados entre sí y pueden moverse para permitir al bebé atravesar el canal de parto. Gracias a esta maleabilidad, en los primeros meses de vida van a crecer acompañando al cerebro que experimenta un desarrollo rápido.
¿Cómo podemos prevenir el desarrollo de esta deformidad posicional?
Para prevenir su aparición la clave es el tipo de posición. Se recomienda desde el primer día de vida:
Cuando el niño duerme:
En la cuna: cambiar la posición lateral de la cabeza a uno y otro lado alternativamente. Evitar el “lado favorito”.
Cuando se lo sostiene:
Para darle la mamadera (ante la imposibilidad de la lactancia materna exclusiva en menores de 6 meses), cambiar alternativamente de lado en las diferentes tomas.
Cuando el niño está despierto y bajo supervisión:
Colocarlo boca abajo sobre su vientre y así practicar movimientos de la cabeza y cuello y el apoyo de los brazos.
¿Si ya se presentó una deformidad posicional, cómo podemos prevenir que se desarrolle?
Si se presenta la deformidad posicional, la indicación es trabajar en la reeducación de las posturas, que es la manera más efectiva para proporcionar cierto grado de corrección en prácticamente todos los bebés.
Cuando el niño duerme:
Inclinar levemente el colchón por medio de la colocación de almohadas debajo del mismo (recordar que no debe haber almohadas o similares dentro de la cuna al momento de dormir, para prevenir el síndrome de muerte súbita del lactante).
Cuando el niño está despierto:
Colocar juguetes del lado contrario al aplanado para lograr que el bebé gire la cabeza.
- Colocar la cuna de tal manera que deba girar la cabeza para atender a estímulos.
- En períodos supervisados, colocarlo boca abajo sobre su vientre y así practicar movimientos de la cabeza y cuello y el apoyo de los brazos.
¿Al margen de estas posturas, existen tratamientos complementarios?
Sí. Existen diversos escalones terapéuticos como la kinesiología, el tratamiento en base a dispositivos técnicos para sostener, alinear o corregir deformidades, o directamente recurriendo a la fase quirúrgica.
El médico especialista evaluará las opciones más recomendables para cada caso.
En estos casos, como en cualquier otro que genere algún tipo de dudas, la recomendación siempre será acudir a la consulta con su pediatra.