Los ahogamientos son la tercera causa de muerte por lesiones no intencionales en el mundo y suponen un 7% de todas las muertes asociadas con lesiones. Se calcula que en el mundo mueren cada año por ahogamiento 400.000 personas. El riesgo mayor de ahogamiento es niños, varones y entre 2 a 5 años.
El ahogamiento es el proceso donde se produce dificultad respiratoria por sumersión/inmersión en un líquido, produciendo desde discapacidades hasta la muerte.
La edad es uno de los principales factores de riesgo, vinculados generalmente a lapsos de tiempo que en no se le presta la atención supervisada correspondiente a un niño. Los menores de 5 años suelen presentar los mayores índices de mortalidad por ahogamiento en todo el mundo.
Los varones, tienen un índice global de mortalidad que duplica al femenino, están especialmente expuestos al riesgo de ahogamiento. También tienen más probabilidades que las niñas de ser hospitalizadas por un episodio de ahogamiento que no lleve a la muerte. Esto se relaciona que los varones tienen una mayor exposición al agua y a las prácticas más arriesgadas, como los baños en solitario y en el caso de adolescentes tras consumir alcohol.
Los niños que viven cerca de puntos o cursos de agua al aire libre: acequias, canales de irrigación, estanques, piscinas públicas o particulares) corren especial peligro.
Hay otros factores de riesgo asociados, por ejemplo hay una relación directa con la mala situación socioeconómica y cultural, la falta de educación o el hecho de vivir en un medio rural. El hecho de dejar a un niño menor desatendido o con otro niño en la bañera o recipientes con agua, barcos poco seguros o sobrecargado de pasajeros o carentes de dispositivos de flotación. El consumo de alcohol cerca o dentro del agua, el padecer enfermedades como convulsiones/epilepsia. Inundaciones u otros sucesos cataclísmicos.
Toda estrategia de prevención de los ahogamientos debe ser integral y comprender: métodos de ingeniería que ayuden a eliminar el peligro, legislación para hacer cumplir las medidas preventivas y reducir la exposición al peligro; educación dirigida a la comunidad para que sean más conscientes del riesgo y sepan cómo reaccionar ante un caso de ahogamiento.
Se deben drenar o vaciar acumulaciones innecesarias de agua o de modificar el medio físico para crear barreras a las masas de agua al aire libre. Buenos desagües, canalizaciones adecuadas y seguras, taludes de contención en zonas expuestas a inundaciones y muy pobladas. Es fundamental vallar el perímetro de chacras o pileta. Crear y mantener zonas acuáticas seguras cuando son de uso recreativo. Cubrir pozos y cisternas abiertas en zonas rurales. Vaciar baldes y bañeras, manteniéndolas boca abajo.
Es muy importante garantizar una intervención inmediata con técnicas de reanimación, y para ello capacitar a los socorristas y a la población en general para que puedan dispensar primeros auxilios en caso de ahogamiento, y de esta forma no solo evitar la muerte sino que las consecuencias de la falta de oxigenación sean de menor gravedad.
Si usted tiene una pileta en el jardín debe instalar una cerca o valla de seguridad que tenga un mínimo de 1.2 metro de altura como mínimo alrededor de la misma, así como una puerta de cierre automático cuya cerradura esté fuera del alcance del niño. Se puede considerar instalar una alarma de pileta o una cubierta protectora. La supervisión por un adulto responsable es tan importante como estas medidas básicas de seguridad.
Se deben extraer todos los juguetes de la pileta cuando los niños dejen de nadar, para impedir que intenten recuperarlos cuándo estén solos. Los dispositivos inflables de flotación pueden provocar una falsa sensación de seguridad y no son suficientemente eficaces para proteger a los niños del ahogamiento.
Aprender técnicas de reanimación cardiopulmonar es una excelente propuesta para toda la población que es obligación del equipo de salud su difusión y enseñanza.
Comité Nacional de Prevención de Lesiones