- ¿Qué es la Enfermedad Hepática Grasa No Alcohólica (NAFLD)?
La Enfermedad Hepática Grasa No Alcohólica (NAFLD, es la sigla en inglés), se
caracteriza por el depósito de grasa en el hígado y otros cambios, que van desde inflamación en dicho órgano y en ocasiones, la presencia de fibrosis, y aún cirrosis, en individuos sin antecedentes de ingesta de alcohol.
- ¿A qué se debe su importancia?
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), los casos de obesidad y sobrepeso infantil se han triplicado en la última década. El sobrepeso es hoy una verdadera epidemia, como consecuencia de un estilo de vida sedentario, caracterizado por la permanencia de niños y adolescentes por tiempos muy prolongados frente a las pantallas, con actividad física insuficiente, y el acompañamiento de una dieta hipercalórica y desequilibrada.
- ¿Cuáles son los factores de riesgo para la NAFLD?
Los más frecuentes son:
- Obesidad
- Diabetes
- Resistencia a la insulina
- Hiperlipidemia
- ¿Cuál es la frecuencia?
Se estima que entre el 20 – 40% de los adultos y el 3 – 10% de los niños en los países occidentales pueden estar afectados por la NAFLD y estas cifras son aún mayores en individuos obesos.
- El diagnóstico: ¿Cómo se realiza?
La NAFLD es sub diagnosticada en la infancia y adolescencia, por lo cual se deben buscar factores de riesgo y descartar otras enfermedades hepáticas.
Los pacientes frecuentemente no presentan síntomas.
La forma de detección puede ser:
- Al examen físico: un aumento del tamaño hepático.
- En un laboratorio de rutina: elevación de las enzimas hepáticas.
- En una ecografía abdominal: presencia de esteatosis.
- ¿Cuáles son los factores predisponentes?
Simplificando, podría decirse que el cuerpo acumula grasa cuando la energía ingerida en forma de alimentos es superior a lo que gasta para mantener las funciones vitales, en un individuo que no realiza actividad física diaria.
Además, hay que considerar otros factores participantes en esta problemática:
- Una dieta desequilibrada. En general, tanto niños como adultos se alimentan con productos de baja calidad y en exceso. Suelen recibir un exceso de grasas (margarina, manteca, etc), de proteínas (carnes, embutidos, etc), e hidratos de carbono (refrescos, lácteos azucarados, etc). Es una dieta basada en alimentos pre cocidos, fritados y platos rápidos.
- El sedentarismo. La práctica de algún tipo de actividad física contribuye de forma decisiva a utilizar (quemar) el exceso de calorías que se consumen a lo largo del día. Lamentablemente, los niños cada vez son más sedentarios. Los padres no encuentran tiempo para acompañarlos a las plazas o a practicar algún deporte. Esta realidad reduce sus actividades a la televisión, la computadora y los videojuegos como únicas alternativas posibles.
- La genética. Los genes determinan el funcionamiento del metabolismo: desde la misma percepción de hambre hasta el gasto más o menos rápido de calorías. La ecuación padres obesos = hijos obesos, suele responder a hábitos de vida desequilibrada en todo el entorno familiar.
- Los factores socio-culturales. El país de residencia, la región, e incluso la religión que se practique, influyen en los hábitos de la alimentación. Pero el principal factor es la propia familia.
- Las modas y la presión publicitaria. La televisión ejerce una extraordinaria presión sobre los niños, con propuestas de una dieta rápida y lácteos azucarados, muy alejada de la pirámide nutricional recomendada.
- Los medicamentos. En el caso de niños que deben seguir un tratamiento crónico, hay que considerar que hay algunos medicamentos que pueden contribuir a acumular grasa en el cuerpo. Como por ejemplo, los corticioides y algunos antidepresivos.
Los niños no deciden lo que comen. Esta tarea recae en los adultos, ya sea los padres o quienes organizan sus comidas.
- Desarrollo de actividad física:
- Es vital aficionar al niño, ya desde pequeño, a practicar algún deporte. Los más recomendables son los llamados aeróbicos: correr, nadar, andar en bicicleta, entre otros.
- Debe tratarse de un deporte que le guste, de manera que lo vea como un juego más y no lo abandone.
- Las actividades pasivas como ver televisión o juegos de video deben reducirse.
- Cómo estimular la realización de actividad física?:
La OMS recomienda que los niños y adolescentes de 5 a 17 años realicen por lo menos 60 minutos de actividad física (AF) diaria, de intensidad moderada a vigorosa. Estas actividades pueden ser juegos, deportes, actividades recreativas, educación física o ejercicios programados, en el contexto de la familia, la escuela y las actividades comunitarias.
Se necesita que las actividades sean divertidas, compartidas con amigos, o en familia, estimulando el aspecto lúdico.
Es importante:
- Promover un estilo de vida activo desde etapas tempranas de la vida.
- Estimular y acompañar a los hijos a practicar deportes.
- Fomentar el uso cotidiano de la bicicleta, patineta, bailar al escuchar música, saltar la soga, jugar a la rayuela, etc.
- Recuperar el juego activo en los recreos escolares.
- Incrementar las actividades de la vida diaria (usar escaleras en lugar del ascensor, hacer tareas en la casa, en el jardín, ir caminando a la escuela, al club, etc)
- Participación de la familia en actividades físicas recreativas durante el fin de semana.
- Disminuir la cantidad de horas frente a las pantallas, T.V. y computadoras a menos de 2 hs por día.
- Recuperar la utilización de espacios públicos para la realización de actividades físicas.
- Respetar las etapas de crecimiento y desarrollo psicofísico que tiene los niños y adolescentes para realizar deportes según sexo y edad.
- Los hábitos saludables desde la infancia como el juego, la actividad física, el deporte, junto con una adecuada alimentación e hidratación son los pilares para mantener un estilo de vida activa en la edad adulta.
Página web de la SAP, Consenso de Sedentarismo.(http://www.sap.org.ar/consensos.php)
Organización Mundial de la Salud.(www.who.int/es)
Ministerio de Salud de la Nación (www.msal.gov.ar)
- ¿Como se debe plantear el tratamiento?
Existen intervenciones desde el tratamiento con un enfoque multidisciplinario
- Intervención nutricional para controlar la ingesta
- Incremento de la actividad física
- Disminución de las actividades sedentarias
- Controles periódicos